martes, 2 de enero de 2018

¿Hay mejor manera de acabar el año que en Vallecas?

Por quinto año consecutivo he cerrado el año corriendo por Madrid, corriendo por Vallecas. Como las otras veces, vuelvo a decir que será la última San Silvestre... en septiembre veremos. Pese a los 1001 tópicos negativos que existen sobre la carrera del 31 de diciembre, la realidad es que me lo paso siempre genial corriéndola.


Me gusta todo lo que rodea a la carrera; la hora, el recorrido, que es numerosa, el momento del año... Lo que para muchos son contras para mí son puntos a favor. Como todos los años, no iba con intención de hacer una buena marca... pero simplemente sucedió. "Firmo bajar de 50 minutos", tenía claro después de apenas haber corrido 5 o 6 veces desde el Maratón de Nueva York.

La San Silvestre de 2017 fue mi último 10.000 del año... y también el primero. En un calendario muy centrado en el Maratón, no veía hueco para apuntarme a carreras de 10 kilómetros. Quizás aproveché un poco de la 'supercompensación' tardía del Maratón, o lo mismo la liebre Ortega me lo puso a huevo. Nunca lo sabremos, jejeje.

Lo que más me gusta de la San Silvestre es el recorrido. Bajadita con algún tobogán hasta llegar a Vallecas, y ahí La Albufera te coloca en tu sitio. Simple. No hay más. Si las sensaciones bajando hasta Atocha son malas... sabes que sufrirás los últimos dos kilómetros. Si las sensaciones son buenas... sabes que sufrirás en los últimos dos kilómetros. Pero qué manera de sufrir.

Como si la organización hubiese tirado de efectos especiales la lluvia comenzó a caer sobre Madrid con la cuenta atrás de la salida. Carrera sobre mojado, me gusta. Sin mayor pretensión que ir rápido y divertirnos, salimos muy fuerte. Intentando controlar el pulsómetro y el ritmo, caen los kilómetros rozando los 4 minutos... quiero matar a Ortega pero las sensaciones son muy buenas, incluso vamos hablando en algunos tramos. 

Llegamos a Atocha tras haber hecho el mejor 5.000 de mi vida, La banda que estaba allí toca un temazo de Kings of Leons...



y en pleno subidón nos lanzamos por Ciudad de Barcelona como si no hubiera un mañana. El pobre Pablo pensó que en qué hora se animó a unirse a Alberto para ir 'rapidito' y mis piernas tienen claro que esto no va a acabar bien. En 2016 me descolgué en la cuesta de bajada... este año iba a ser subiendo. Corono la Albufera lo mejor posible, veo de rebote a Marta y a mis padres, y el último kilómetro dosifico la ventaja para lograr bajar de 45 minutos, sin dejarme ir demasiado pero tampoco apretando más de la cuenta. Al final mejor marca personal en un 10.000 de manera inesperada para cerrar un gran año. Y es que desde hace cinco, se me ocurren mejores formas de acabar el año que en Vallecas.




Pd: en 2018 también va a ser divertido.